Historia y contexto
El archipiélago de Bocas del Toro, alberga una de las más populares industrias de observación de delfines de Panamá. Situada en la costa caribeña de Panamá, el área comprende 9 islas principales y más de 200 pequeños islotes y manglares que abarcan una superficie de 650 km² aproximadamente. La población permanente del área es de unos125.500 ejemplares, la mayoría de los cuales viven en la isla principal de Isla Colón1. Durante su historia colonial, la región de Bocas del Toro se había dedicado a la producción agrícola de cultivos comerciales de banano, caña de azúcar y cacao, pero actualmente la industria principal de generación de ingresos de la región es el turismo. Turistas de todo el mundo visitan estos lugares para disfrutar de sus playas, arrecifes de coral y manglares que albergan tortugas anidadoras, y son lugares reconocidos como sitios Ramsar1.
Los turistas son en su mayor parte internacionales, con una proporción considerable procedente de los Estados Unidos2, y llegan a la ciudad principal de la Isla de Colón en avión o en buque de cruceros del Caribe3. Durante muchos años las empresas de turismo locales han ofrecido excursiones de todo el día en barco por los manglares y en torno a las islas, con oportunidades para que los turistas puedan practicar el buceo con esnórquel en los arrecifes y observar la fauna silvestre tropical (aves, ranas, monos) en los bosques de manglares1. Desde aproximadamente el año 2000 estas excursiones comenzaron a incluir un elemento de observación de delfines, centrando la atención en un grupo de delfines mulares residentes, presentes de forma fiable en el núcleo central de las islas de manglares en una ensenada semicerrada conocida como la Bahía de los Delfines1,2,4. Casi todas las excursiones empiezan y terminan al mismo tiempo, partiendo de la Isla de Colón hacia las 9:30 y regresando a media tarde. Las excursiones se realizan principalmente en embarcaciones de madera o fibra de vidrio de cubierta abierta, de una longitud entre 6 y 9 metros, y motores fuera de borda de una potencia de 75-90 caballos, y conducidas por capitanes del lugar con un nivel relativamente bajo de formación y una elevada tasa de rotación3. Si bien la mayor parte de las excursiones son organizadas por operadores comerciales, también los residentes y hoteles privados que poseen embarcaciones realizan excursiones2.
Los estudios de fotoidentificación han mostrado que los delfines de esta área están genéticamente aislados de otros delfines mulares del Caribe5, y que hay dos comunidades de delfines que viven en el área de Bocas del Toro, que colectivamente alcanzan un número inferior a los100 ejemplares6. De estos, aproximadamente la mitad están ampliamente difundidos en toda la región y muestran bajos niveles de residencia, mientras que un número estimado de 37 ejemplares muestran alta fidelidad a la Bahía de los Delfines, donde son frecuentemente observados y reconocidos por sus muescas y cicatrices distintivas en sus aletas dorsales6. Se ha observado también que la parte interior de la Bahía de los Delfines es muy frecuentada por las madres y las crías, convirtiéndose en un objetivo específico de la industria de observación de delfines6.
Entre 2004 y 2013 se registró un aumento considerable del turismo en la zona de Bocas del Toro, y más concretamente un aumento de la actividad de observación de delfines4. En un estudio realizado durante la temporada baja se documentó que durante el 42% del tiempo dedicado a la observación de delfines estaban presentes entre 3 y 15 embarcaciones en torno a un grupo de delfines3,7. En una ocasión, durante la "temporada baja" de 2012, se contaron hasta 40 embarcaciones en torno a un solo grupo de delfines y, según las estimaciones, esta cifra podría aumentar incluso a 100 barcos por día durante la temporada alta4. Esta intensa presión sobre este pequeño grupo de delfines se ha relacionado con 9 muertes de delfines como mínimo, causadas al parecer por colisiones con embarcaciones o por lesiones de hélice en 2012-2013 solamente8. Muchos otros ejemplares de esta pequeña población muestran cicatrices que indican interacciones con las embarcaciones, así como una variedad de lesiones cutáneas y patologías que se consideran causadas por estrés8-10
En los estudios realizados sobre los efectos de las embarcaciones de observación de delfines en el comportamiento de los delfines se ha documentado un cambio de vocalizaciones11,12, así como una disminución del descanso, la socialización y la alimentación en presencia de embarcaciones, aumentando en cambio la acción de viajar13,14. Estos efectos a corto plazo que determinan un mayor gasto de energía y la reducción de la alimentación y el descanso se traducen probablemente en efectos a largo plazo sobre la salud y el buen estado físico de la población13,15,16.