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Observación de ballenas en la Laguna de San Ignacio, Baja California Sur (México) Medios de vida alternativos y mayores ingresos para las comunidades pesqueras

Historia y contexto

El paisaje de la península de Baja California en México es árido y no es naturalmente fértil.  Tradicionalmente, la región estaba escasamente poblada por unos pocos ganaderos y agricultores, muchos de los cuales utilizaban sistemas de riego artificial para ganarse la vida. Sin embargo, las aguas que rodean la península, entre ellas varias lagunas vírgenes, estaban llenas de vida, ofreciendo sustento e ingresos a varias pequeñas comunidades pesqueras costeras, incluidas las cercanas a las lagunas de Ojo de Liebre y de San Ignacio.  Bendecidas con arrecifes rocosos, abundantes peces y otra fauna marina, estas lagunas sirven también como zonas de invernación para las ballenas grises (Eschrichtius robustus), que se alimentan en aguas situadas más hacia el norte en los océanos Ártico y Pacífico durante los meses de verano.  Entre diciembre y marzo de cada año, las ballenas se reúnen en estas lagunas para aparearse, dar a luz y amamantar a sus crías.  El número de ballenas ha aumentado constantemente desde la prohibición de la caza comercial de ballenas, volviendo en los últimos años a su número estimado anterior a la caza1,2.  Este aumento, junto con la clara condición de comodidad de las ballenas en torno a los barcos, ha permitido que estas lagunas se conviertan en el centro de atención de algunos de los primeros viajes comerciales de observación de ballenas, así como de la investigación dedicada a las ballenas desde la década de 1970 en adelante3,4.  

Las actividades de observación de ballenas en la región fueron impulsadas inicialmente por los turistas estadounidenses alojados por operadores turísticos también estadounidenses que realizaban viajes chárter de largas distancias desde California.  Gradualmente, a partir de la década de 1980, las comunidades pesqueras locales comenzaron a establecer sus propias empresas de observación de ballenas y campamentos en tierra5.  En 1988 se estableció la Reserva de Biosfera El Vizcaíno (RBEV). Con una superficie de más de 143,600 km2, es el refugio de fauna silvestre más grande de toda América Latina.  Sus aguas circundantes engloban tanto las lagunas de Ojo de Liebre como de San Ignacio, que fueron evolucionando como dos centros de actividades de observación de ballenas.  A lo largo de la década de 1990, la industria de observación de ballenas creció para acoger anualmente a miles de visitantes provenientes de todo el mundo3,4,6.  

Cuadro 1:  Número de observadores de ballenas en la Laguna de San Ignacio y la Laguna Ojo de Liebre

 

2009-2010

2015-2016

2016-2017

2017-2018

2018-2019

L. de San Ignacio

6.683

7.093

6.598

7.366

12.558

L. Ojo de Liebre

7.728

11.822

13.863

11.767

10.426

Fuente: RBEV, (se señala que no hay datos disponibles relativos a la temporada 2014-2015)

En 2006, aproximadamente el 85% de todos los turistas de observación de ballenas registrados en México participaron en excursiones realizadas en la Península de Baja California, la mayor parte de ellos en la Laguna de San Ignacio3.  En una encuesta de 2006 sobre turistas que visitaban la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno, se observó que el 52% de todos los visitantes consideraban la observación de ballenas como su principal o única motivación para visitar la región6, mientras que el 47% de los turistas entrevistados veían la observación de ballenas como una actividad adicional atractiva en la región.  La mayoría de los turistas eran estadounidenses, con poco menos de un tercio provenientes de México y un porcentaje menor de otros países (sobre todo europeos)6.  En este mismo estudio se calculó que las excursiones independientes de observación de ballenas generaban poco menos de 3 millones de dólares por año a través de gastos directos e indirectos en San Ignacio y la vecina ciudad de Guerrero Negro (gastos indirectos relativos el dinero gastado en restaurantes locales, alojamiento y servicios en la comunidad)5,6. Otros estudios generaron estimaciones más altas de hasta 4,2 millones de dólares por año ya en 20027. Es probable que estas cifras hayan aumentado considerablemente con el incremento del número de turistas registrado desde la temporada 2013/14 en adelante.

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Asegurar beneficios para la comunidad local y para la fauna silvestre

En la década de 1980 y principios de la de 1990, se estimó que solo el 1.2% del gasto total de los observadores de ballenas en paquetes de excursiones turísticas en la Laguna de San Ignacio quedaba en la comunidad local6,8.    Las excursiones de observación de ballenas estaban dirigidas principalmente por operadores turísticos estadounidenses que viajaban a esa zona en sus propios barcos y mantenían poca interacción con las comunidades locales.  Había además la preocupación de que las grandes embarcaciones vacacionales y los acercamientos a poca distancia de estas embarcaciones pudieran estar causando perturbaciones a las ballenas, en particular a las parejas madre-cría que descansaban y se dedicaban al amamantamiento en las lagunas9.

A partir de 1991, se establecieron nuevas leyes que exigían que los operadores turísticos extranjeros utilizaran guías turísticos de observación de ballenas del lugar para ofrecer viajes a sus huéspedes.  Las excursiones guiadas desde sus propios barcos (conocidos localmente como pangas) ofrecían a los pescadores una fuente alternativa de ingresos durante la temporada de migración de las ballenas, en que se prohibía el uso de redes o trampas de pesca que pudieran representar un riesgo de enredo para las ballenas4,6.  En un estudio se demostró que los ingresos perdidos por la prohibición de la pesca de langosta de roca durante la temporada de migración de las ballenas en la laguna Ojo de Liebre ascendían a 400.000 USD por año, mientras que los ingresos obtenidos con la observación de ballenas aportaban 600.000 USD de ingresos6.  En otro estudio de 2007 sobre los efectos económicos de la observación de ballenas se observó que los ingresos obtenidos mediante las actividades de observación de ballenas en la RBEV compensaban con creces las pérdidas de las comunidades pesqueras por las prohibiciones estacionales de pesca5.

En 2019, la Laguna de San Ignacio, que abarca una superficie de 175 km2, acogía a seis operadores turísticos locales que utilizaban 26 pangas con licencia.  Era de 16 el número máximo de pangas que podían operar simultáneamente, ya sea individualmente o en colaboración con dos embarcaciones más grandes, como máximo, que debían permanecer ancladas, en lugar de acercarse a las ballenas.  Los operadores turísticos locales participan en la Asociación Rural de Interés Colectivo (ARIC) de Laguna Baja.

El cambio al uso de operadores locales, que cuentan con el apoyo de restaurantes, hoteles y campamentos locales, ha permitido a la industria de observación de ballenas transformarse en una fuente importante de ingresos y empleo para la comunidad local, llegando a duplicar aproximadamente el número de trabajos asociados con la observación de ballenas (tanto para hombres como para mujeres) entre 1994 y 200210.  En un estudio realizado en 2007 se estimó que aproximadamente 18.000 observadores de ballenas habían generado ingresos directos por valor de 0,7 millones de USD, así como 334 empleos estacionales y 180 empleos permanentes durante todo el año5.

Los operadores turísticos de observación de ballenas y pescadores independientes que ofrecen excursiones de observación de ballenas participan en una asociación de observación de ballenas (ARIC).  Estos operadores participaron activamente en la elaboración de las Normas nacionales de observación de ballenas de México de 1998 (que se actualizaron más tarde en 2011).  La ARIC tiene también representación formal en el órgano de gestión de la RBEV, lo que les permite asegurarse de que las preocupaciones de su comunidad, así como las cuestiones relacionadas con la observación de ballenas, se tengan en cuenta en la adopción de decisiones y la gestión de la Reserva5

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Enseñanzas aprendidas y recomendaciones para el futuro

Puntos de fuerza

  • El éxito de la actividad de observación de ballenas en la Laguna de San Ignacio y la RBEV más amplia se debe principalmente a la participación de una variedad de partes interesadas en su gestión y desarrollo continuo.  Los investigadores trabajan mano a mano con las comunidades locales para mantener la vigilancia sobre la población de ballenas y comprender sus tendencias y estado de conservación2, así como los posibles efectos de la observación de ballenas y el ruido submarino en las propias ballenas11,12.  Los operadores turísticos participan en la elaboración de las normas y están representados en los órganos locales de gestión de la conservación. De este modo aseguran que los ingresos y los beneficios de las actividades turísticas alimenten la economía de la comunidad local5, y se está demostrando también que este modelo contribuye a mitigar los posibles conflictos y a asegurar la transparencia y el consenso5.
  • En las fases iniciales del desarrollo de esta industria se establecieron normas claras e imponibles por ley, aplicando directrices de acercamiento, normas para la concesión de licencias a los operadores y límites en cuanto al número de operadores y embarcaciones que podían desarrollar la actividad en la región.  La aplicación de estas medidas se vio facilitada por la designación de un área protegida, con límites bien definidos, dentro de los cuales podían llevarse a cabo actividades de vigilancia y observancia5.
  • El sentido de responsabilidad y participación de los operadores de la observación de ballenas en las medidas de gestión parece contribuir al logro de un elevado nivel de cumplimiento de las normas de observación de ballenas13, con el resultado probable de reducir al mínimo los posibles efectos perjudiciales sobre las ballenas.
  • Gracias a estas colaboraciones, las partes interesadas involucradas en la conservación y la industria de observación de ballenas han contribuido a proteger las lagunas de reproducción y cría de otras formas de desarrollo, como sucedió a fines de la década de 1990, cuando se anunciaron planes para ampliar una instalación de extracción de sal que preveía la anexión de otros 300 km2 de la Laguna de San Ignacio.  Las ONG y los miembros de la comunidad montaron una campaña de alto perfil, con la participación de celebridades en excursiones de observación de ballenas para presionar con éxito contra este desarrollo.

Recomendaciones

  • En una encuesta reciente entre turistas de la observación de ballenas en las lagunas de San Ignacio y de Ojo de Liebre se observó un alto nivel de satisfacción, con el 100% de los encuestados que calificaron sus encuentros como buenos, enriquecedores o maravillosos, etc14. Sin embargo, en la misma encuesta, los habitantes del lugar calificaron algunos de los servicios públicos de la región como deficientes, con un porcentaje de oportunidades de empleo directo en la observación de ballenas inferior al deseado, en particular para las mujeres14.   Los ingresos provenientes de la actividad de observación de ballenas deberían contribuir a mejorar los servicios públicos para los lugareños e, idealmente, al ser uno de los principales generadores económicos de la región, la actividad de observación de ballenas debería crear mayores oportunidades de empleo directo para la población local.
  • A medida que vaya aumentando el número de turistas y la consiguiente complejidad de las dificultades de conservación, será importante asegurar que las partes interesadas de la comunidad dispongan de las capacidades y el apoyo necesarios para emprender de manera eficaz la labor de vigilancia y gestión constantes de la industria.  Se requieren capacidades de liderazgo y gestión a todos los niveles y de todas las partes interesadas, desde los organismos gubernamentales locales y regionales hasta los líderes y representantes de la comunidad15.
  • Se requerirá asimismo mantener la vigilancia para asegurar que las medidas de gestión y las directrices establecidas sean adecuadas para proteger a las ballenas y sus hábitats de posibles efectos perjudiciales o nuevas amenazas provenientes del cambio climático y las presiones con que se enfrenten fuera de sus áreas de cría protegidas.  Los casos de mortalidad masiva de ballenas grises16,17 en los últimos 20 años, la mortalidad por enredos en artes de pesca en otras partes de su área de distribución18, así como el descubrimiento relativamente reciente de que la Laguna de San Ignacio alberga ejemplares de la población de ballenas grises occidentales en peligro de extinción que se alimentan cerca de las islas Sakhalin de Rusia19 pueden requerir una vigilancia y un cuidado adicionales en los criaderos de la población. Los estudios científicos deberían continuar prestando atención a los efectos posibles de la observación de ballenas, para asegurar que el estrés derivado de las interacciones persistentes de las embarcaciones o el enmascaramiento de la comunicación debido al ruido submarino asociado con la observación de ballenas no comprometa el bienestar de las ballenas a largo plazo.

Puede obtenerse mayor información acerca de la observación de ballenas en la Laguna de San Ignacio a través de los enlaces siguientes:

https://www.nationalgeographic.com/magazine/2017/09/baja-mexico-marine-conservation-tourism-fish-sharks-whales/

https://www.nationalgeographic.com/photography/proof/2017/08/gray-whales-baja-mexico/

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Referencias

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  1. Witting, L. Reconstructing the population dynamics of eastern Pacific gray whales over the past 150 to 400 years. Journal of Cetacean Research and Management 5, 45-54 (2003).
  2. Urban, J. R. et al. A review of Gray whales (Eschrictius robustus) on their wintering grounds in Mexican waters. Journal of Cetacean Research and Management 5, 281-295 (2003).
  3. Hoyt, E. & Iñíguez, M. The state of whale watching in Latin America. 60 (Whale and Dolphin Conservation Society, IFAW, Global Ocean, Chippenham, UK, 2008).
  4. Hoyt, E. Marine Protected Areas for whales, dolphins and porpoises: A world handbook for cetacean habitat conservation.  (Earthscan, 2005).
  5. Mayer, M. et al. The nexus between governance and the economic impact of whale-watching. The case of the coastal lagoons in the El Vizcaíno Biosphere Reserve, Baja California, Mexico. Ocean & Coastal Management 162, 46-59 (2018).
  6. Brenner, L., Mayer, M. & Stadler, C. The economic benefits of whale watching in El Vizcaíno Biosphere Reserve, Mexico. Economía, Sociedad y Territorio 16, 429-457 (2016).
  7. Gardea-Ojeda, M. Evaluación del Ecoturismo en Laguna San Ignacio, BCS (México), mediante su valoración económica por el Método de Costo de Viaje y el análisis comparativo con otras actividades económicas Masters thesis, Universiddad Autonoma de Baja California, (2005).
  8. Young, E. Local People and Conservation in Mexico's El Vizcaíno Biosphere Reserve. Geographical Review 89, 364-390, doi:10.1111/j.1931-0846.1999.tb00224.x (1999).
  9. Dedina, S. & Young, E. Conservation and development in the gray whale lagoons of Baja California, Sur, Mexico. 1-55 (1995).
  10. Rossing, P. Evaluating Ecotourism in Mexico’s Biosphere Reserves–Whale Watching Activities in the World Heritage Site of Laguna San Ignacio, Baja California Sur, Mexico, 1994-2002, University of British Columbia, (2006).
  11. Dahlheim, M. & Castellote, M. Changes in the acoustic behavior of gray whales Eschrichtius robustus in response to noise. Endangered Species Research 31, 227-242 (2016).
  12. Frouin-Mouy, H., Tenorio-Hallé, L., Thode, A., Swartz, S. & Urbán, J. Using two drones to simultaneously monitor visual and acoustic behaviour of gray whales (Eschrichtius robustus) in Baja California, Mexico. Journal of Experimental Marine Biology and Ecology 525, 151321, doi:https://doi.org/10.1016/j.jemb... (2020).
  13. Gómez-Gallardo, A., Monte Madrigal, L. d. & Urbán, J. La observación turística de ballenas en laguna San Ignacio: de México para el mundo. La Jornada Ecológica (2014).
  14. Troyo-Vega, B., Arnaud, G., Swartz, S. & Ortega-Rubio, A. Impacto Socioeconómico del Turismo de la ballena gris (Eschrichtius robustus), en dos localidades de la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno, Baja California Sur, México. El Periplo Sustentable 36, 157-183, doi:10.36677/elperiplo.v0i36.9132 (2019).
  15. Hill, W., Byrne, J. & Pickering, C. The ‘hollow-middle’: why positive community perceptions do not translate into pro-conservation behaviour in El Vizcaíno Biosphere Reserve, Mexico. International Journal of Biodiversity Science, Ecosystem Services & Management 11, 168-183, doi:10.1080/21513732.2015.1036924 (2015).
  16. Gulland, F. M. D. et al. Eastern North Pacific Gray Whale (Eschrichtius robustus) Unusual Mortality Event: 1999-2000: A Compilation. 1-21 (2002).
  17. Le Boeuf, B. M., M. Perez-Cortes, H., R. Urban, J., Mate, B. R. & U. Ollervides, F. High gray whale mortality and low recruitment in 1999: potential causes and implication. Journal of Cetacean Research and Management 2, 85-100 (2000).
  18. Baird, R. W., Stacey, P. J., Duffus, D. A. & Langelier, K. M. An evaluation of gray whale (Eschrichtius robustus) mortality incidental to fishing operations in British Columbia, Canada. Journal of Cetacean Research and Management 4, 289-296 (2002).
  19. Weller, D. W. et al. Movements of gray whales between the western and eastern North Pacific. Endangered Species Research 18, 193-199 (2012).

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