Historia y contexto
Los Países Bajos no es un país conocido como centro de observación de ballenas. Al no disponer de una industria comercial de observación de ballenas desarrollada formalmente, gran parte del público holandés ignora que existan ballenas o delfines frente a sus costas. Sin embargo, la presencia de marsopas es común en muchas partes de la costa, y se ven también de vez en cuando otras especies, tales como delfines mulares y, cada vez más, ballenas jorobadas1-5. En 2007 un grupo de investigadores y miembros del público interesados formaron la ONG holandesa ''Stichting Rugvin (Fundación de la aleta dorsal). Los objetivos principales del grupo eran contribuir a mejorar los conocimientos sobre la distribución de ballenas y delfines y sus necesidades de conservación a lo largo de la costa de los Países Bajos y sensibilizar al público holandés acerca de estas cuestiones. Se trata de un grupo bastante reducido que dispone de medios limitados y se basa en una red de aproximadamente 30 voluntarios para llevar a cabo gran parte de su trabajo. Para hacer frente a su primer objetivo, la ONG ha emprendido tres estudios a largo plazo: la recopilación de datos a largo plazo y de carácter continuo a través de la colocación de observadores voluntarios en el transbordador Stena Line entre Hoek van Holland y Harwich; la coordinación de un amplio esfuerzo anual de voluntarios para contar y fotografiar las marsopas en la región de Oosterschelde de Zeeland; y un proyecto de foto-identificación en curso para identificar a las distintas marsopas presentes frente a las costas de Zeeland y seguir de cerca su evolución a lo largo del tiempo. Además, entre 2009 y 2014 el grupo emprendió una investigación acústica utilizando hidrófonos subacuáticos para supervisar la presencia de marsopas en el Oosterschelde. A través de esta labor, la ONG estableció que en las aguas costeras situadas frente a la ciudad de Zierikzee habita un grupo residente de 30-40 marsopas presentes durante todo el año, y a menudo visibles desde el muelle del puerto de la ciudad.
El fundador de la ONG, Frank Zanderink, comenzó a reflexionar sobre cómo utilizar este conocimiento recién adquirido para permitir a los miembros del público experimentar la misma emoción y aprecio que el equipo investigador de voluntarios cada vez que observaba una marsopa o escuchaba sus vocalizaciones. Concibió así una idea singular: establecer una estación de escucha en tierra desde donde los visitantes pueden escuchar las vocalizaciones de las marsopas en tiempo real, mientras observan el mar en este centro de marsopas.